2. España y Europa 2020: Mismos objetivos, ¿mismos resultados?
¡Hola de nuevo!
Hoy comparto mi primera reflexión sobre la materia que nos conscierne, la educación. En concreto, hablaremos de lo debatido en clase sobre España y las políticas europeas en materia educativa.
No veo mejor momento para hacer balance que ahora que Europa 2020, la estrategia de crecimiento de la Unión Europa para la pasada década, está llegando a su fin. Esta estrategia, que se aprobaba con el fin de superar la crisis económica y generar un modelo de crecimiento más inteligente, sostenible e integrador, fijaba cinco objetivos clave deseables de alcanzar al final de la década: la creación de empleo, la inversión en investigación e innovación, la disminución del cambio climático, la reducción de la pobreza y la exclusión social, y como no, la mejora de la educación. En este último ámbito, los objetivos principales se centraban en reducir el abandono escolar a menos del 10% y aumentar el porcentaje de personas de entre 30 y 34 años con una formación de estudios superiores completa.
No obstante, según el Plan de Acción acordado por el Consejo de Ministros de España en 2010, esos objetivos globales debían trasladarse a las necesidades de cada Estado miembro y es por eso que, para 2020, España fijaba su meta de reducción del índice de abandono escolar en el 15%, en vez de en el 10%, y se compometía a alcanzar no solo el 40% sino el 44% de población del citado intervalo de edad que finaliza los estudios de enseñanza superior, en ese mismo año.
Gracias a este plan y sus diferentes medidas, se planteaban los siguientes fines: (1) el éxito educativo de los estudiantes, (2) la equidad y la excelencia, (3) la flexibilidad del sistema educativo, (4) el impulso a la Formación Profesional, (5) la implantación de las TIC, (6) el fomento al aprendizaje de idiomas, (7) la consideración de la educación como derecho de todos, (8) la modernización de las universidades, (9) la dimensión social de la educación con becas y ayudas, (10) la implicación de familia, profesorado y sociedad en convivencia y educación de valores, (11) el reconocimiento profesional y social de los profesores, y (12) una educación inclusiva, que reconozca la diversidad y la interculturalidad. Ahora la cuestión es: a día de hoy, ¿ha cumplido España estos objetivos?
Consultamos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y observamos que la tasa de abandono escolar en 2019 se situaba en un 17.3%, la más baja registrada hasta la fecha pero sin llegar al 15% que se planteaba. Por otra parte, la media de personas que ha terminado la enseñaza superior ronda el 46.5 %, siendo inferior al porcentaje propuesto en el caso de los hombres, con el 40.6%, pero superior en el caso de las mujeres, con un 52.4%. Para mi sorpresa (no sé si también para la vuestra), estamos bastante cerca de los porcentajes marcados como objetivos en 2010. Si consideramos algunos de los datos que estuvimos manejando en clase, anteriores a la década del 2010 y que por ejemplo incluían una tasa de abandono escolar del 30%, la situación ha mejorado de forma significativa; si bien el porcentaje de abandono escolar continúa siendo superior al 15% fijado como objetivo por el Consejo de Ministros, y por su puesto al 10% fijado por la UE. En el caso de la tasa de población con enseñanza superior completada, supera el objetivo de media pero sigue siendo inferior al 44% en hombres.
En base a estos datos, he de decir que han superado mis expectativas y que quizás no vamos tan desencaminados. Tal y como hemos comentado en clase, la implantación de la Formación Profesional seguramente ha sido un acierto para nuestro sistema educativo y, además, es posible que la enseñanza en grupos cada vez más reducidos donde pueden atenderse las necesidades de un mayor número de alumnos haya favorecido a esta mejora de los últimos años. En cualquier caso, el índice de abandono escolar continúa siendo elevado y el de la tasa de población formada en enseñanza superior no es excesivamente bueno. Por tanto, aún hay mucho camino por recorrer para seguir mejorando y alcanzar a nuestros compañeros europeos. En mi opinión, por mi experiencia propia como alumna, las estrategias de motivación deberían fomentarse más en el aula por parte de los profesores para poder hacer ver a la sociedad esa idea de que la educación no es una obligación sino un derecho, algo que todavía creo que no se ha conseguido.
También es verdad que detrás de todo esto, por desgracia, hay algo que se nos va de las manos como docentes: el dinero. Al fin y al cabo, para tener grupos reducidos hacen falta más profesores a los que hay pagar, para modernizar los centros e implantar las TIC hay que invertir dinero, y no es algo de lo que nos sobre en España desde la crisis del 2008. Sin embargo, tampoco quiero acabar esta entrada con un mensaje negativo, pues a pesar de las adversidades de los tiempos que corren, los datos demuestran que vamos en la dirección correcta. Ojalá lo que queda del 2020 nos depare una buen objetivo educativo para subsanar errores y seguir mejorando.
¡Gracias por leerme!
¡Hasta la próxima!
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